Una niña de 9 años recibió un perro como regalo de cumpleaños. Ella se encariño muchísimo con él, tanto que el perro siempre dormía bajo su cama.
Una noche, mientras dormía, ella escuchó los rasguños y gemidos de un perro. La niña sin abrir los ojos, bajó la mano para comprobar que ahí seguía su perro. Sintió que lamió su mano y eso la tranquilizó, así que se volvió a dormir.
Al despertar, dio un gran grito al ver su perro ensangrentado y todo destripado, crucificado en el piso. En el espejo, escrito en sangre había un mensaje que decía: "No sólo los perros lamen..." No sólo los perros lamen... No sólo los perros lamen...
La niña quedo traumatizada. Cuando llegaron los padres, encontraron el reguero de sangre y a la pequeña repitiendo: "No sólo los perros lamen... pero ¿quién me lamió?"
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