jueves, 27 de noviembre de 2014

El juego de la ventana

 

Es extremadamente fácil de iniciar, aunque requiere un poco de tiempo y, como muchas cosas, es aleatorio.

Solo hay que hacer una cosa para jugar, con una condición al hacerlo:

  1. Tienes que cerrar la ventana y las cortinas de tu cuarto, antes de acostarte, de la manera más cuidadosa y sospechosa posible.

Con la condición de que sea a fin de mes. Eso es lo que atrae al "otro participante", pero es debido de informar que esto va a necesitar varios intentos, ya que no siempre se presenta a la primera, normalmente se presenta entre el intervalo de los 6 a 12 intentos... ¿Pero, cómo sabes si funcionó…y lo más importante, en qué consiste el juego? Sabrás si funciono cuando el juego comience, y eso, amigos míos, será cuando te despiertes. Y no despertarás de forma natural, sino que te despertarás algo mareado o intranquilo y, de repente, oirás un golpecito en la ventana. Vas a empezar a escuchar golpecitos en la ventana, al principio serán lentos y suaves, pero poco a poco serán más fuertes y constantes.

Tú, como la otra parte del juego, tienes que jugar, y lo que tienes que hacer es muy simple, tienes que fingir que estás dormido. Aquí es donde las cosas se ponen interesantes, porque hay varias cosas que delatan a alguien que no esta dormido: se mueve mucho, no se tapan totalmente la cabeza con las sabanas, y lo más importante de todo, uno no duerme con los ojos abiertos. Tienes que fingir estar dormido sin, en ningún momento, abrir los ojos. Mientras tanto, lo que hay al otro lado, va a seguir golpeando la ventana, hasta que: habrá un punto en donde dejará de golpearla. ¡POR NADA DEL MUNDO TE DUERMAS! ¡Ni pienses que se ha acabado, es una trampa! Siempre lo hace, ¡te hace creer que ya se acabó, pero en realidad te quiere sorprender para que abras los ojos!

El ente va a seguir tocando y golpeando la ventana, a cada instante, durante toda la noche. Habrá momentos en los que va a golpear tan fuerte que creerás que va a despertar a alguien, o va a romper la ventana. No sientas temor, estás protegido siempre que parezcas dormido. No pidas ayuda, nadie te podrá ayudar, estáis tu y esa cosa. El juego dura toda la noche, hasta que amanezca, sabrás si has ganado cuando veas la luz del sol salir por tu ventana. Esto, mis queridos amigos, es un juego que lo hacen los más osados buscadores de experiencias, es un juego que se ha hecho tan popular, que se comenta constantemente. Yo tengo un amigo, que encontró un foro donde hablaban de esto y decían haber participado en el juego.

En lo que todos concuerdan nadie sabe que es lo que hay detrás de la ventana. Nadie sabe que le pasa a los que pierden el juego.

Si deja de golpear la ventana durante la noche es una trampa.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Dios Muerto

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Año 2322: Los hijos de “la muerte de Dios”

El mundo ha estado buscando a Dios desde hace miles de años, pero nunca lo ha encontrado. Con los avances científicos y las investigaciones hechas por arqueólogos, historiadores, filólogos y otros tipos de especialistas, los fundamentos históricos de las grandes religiones fueron demolidos en gran medida, y con ello la fe en los textos revelados (cuya distorsión, carácter inventado o falsedad histórica fueron comprobadas en muchos casos) disminuyó de una manera nunca antes vista, dando lugar a una abrumadora reducción de los seguidores de las antiguas religiones. Paralelamente, fueron surgiendo nuevas orientaciones religiosas, basadas más en concepciones filosóficas de las realidades espirituales que en textos revelados, orientaciones religiosas que en muchos casos, quizá siguiendo lo que podría catalogarse como “moda espiritual” y “actitud intelectual sintomática de las nuevas sociedades”, terminaron adoptando como nueva fuente de revelación a cuantos resultados arrojaban las investigaciones y los experimentos científicos orientados al tema de Dios y otros asuntos espirituales que, según se admitía comúnmente en la mentalidad de la época, tenían sus reflejos o expresiones en la dimensión de materia-energía que la Ciencia podía explorar, y a la cual encontraba cada vez más compleja dado que, entre otras cosas, se habían descubierto nuevas partículas, y aquello naturalmente fortaleció la intuición de que probablemente el alma no era sino una entidad compuesta por partículas que aún no se descubrían, y que quizá eran originarias o simplemente interactuaban con otras dimensiones o con esos universos desconocidos a los que iban las partículas que, en las observaciones de la Física Cuántica, aparecían y desaparecían del espacio-tiempo…

Hasta aquí todo parecería un panorama esperanzador, pero el paso del tiempo mostró que, las indagaciones científicas en torno a lo espiritual, estaban siendo claramente infructíferas, por decir lo menos… Todavía no existían evidencias contundentes de un cuerpo energético que pudiera equipararse a la idea del alma, y los frustrados científicos de la reducida cristiandad (y del Islam, que ya no era extremista para esa época) no habían podido encontrar nada que sugiriese un Cielo o Infierno… En este contexto, en a finales del siglo 22 nació, cual digna hija de la Madre Decepción, la esplendorosa y siniestra Iglesia Necrótica: un culto pesimista, derrotista, que hacía suyo el “Dios ha muerto” de Nietzche, aunque dándole un sentido distinto y fatalista, de carácter teológico antes que filosófico, un sentido que permitía entender la frase de Nietzche como “Dios nunca estuvo vivo”. ¿Una iglesia atea? No exactamente, ya que una de las creencias fundamentales de la Iglesia Necrótica era que en general los individuos tenían, cual si fuese algo codificado en su condición humana, la necesidad de tener un Dios al cual adorar, necesidad que debía satisfacerse a toda costa, contra viento y marea, incluso si eso conllevaba hacer lo que este nuevo culto había hecho: adorar a un Dios que, de alguna (o algunas, para ser más preciso) manera, estaba muerto…

La Iglesia Necrótica creció a una velocidad alarmante en los 40 años que siguieron a su fundación, y no se diga después, ya que en el 2280 el 95% de las sociedades occidentales pertenecían a esta iglesia, y en Oriente, que ya admitía la libertad religiosa en la práctica y no solo en teoría, sus afiliados eran casi el 50%, frente a un Islam y un Hinduismo cada vez más famélicos, y un Budismo que, a la par que tenía menos seguidores, había sabido acomodarse adecuadamente a los cambios, ya que siempre fue la más filosófica de las religiones antiguas.  Quizá, una de las cosas que más fuertes hacía a la Iglesia Necrótica, era la gran apertura de creencia que dejaba a sus miembros, cuya unión descansaba más sobre la desesperanza y la frustración espiritual que sobre creencias puntuales compartidas. De este modo, lo único indispensable para pertenecer a la Iglesia eran dos condiciones: 1) Dios tenía que “estar muerto” para ti, de una u otra manera, y 2) Tenías que necesitar a Dios en tu vida, que desear su presencia, que adorarlo; pero, como a su vez estaba “muerto”, ese Dios necesitado, deseado y adorado por ti, habría de ser irremisiblemente un Dios que “estaba muerto” en el sentido o los sentidos que le dabas a la expresión. Así, las interpretaciones eran diversas, pero podemos citar estos ejemplos de los significados que se daba a la “muerte de Dios”: 1) Dios nunca existió, y en consecuencia se adora a un ente simbólico e imaginario, que de alguna manera representa esa necesidad de un padre de la que habló Sigmund Freud, 2) Dios es solo una ilusión perceptiva que el cerebro desarrolló para protegernos (psicológicamente) y que se expresa en el sentimiento y la intuición de que hay un ser absoluto y perfecto (perfecto en concordancia a nuestras necesidades emocionales) afuera y adentro de nosotros, 3) Dios es solo una forma sutil de energía universal que hemos divinizado porque se vincula a cosas que nos parecen superiores y porque todavía desconocemos cuál es su naturaleza exacta, 4) Dios es el aspecto más profundo de la psique humana, y tiene una naturaleza que todavía se desconoce en gran parte y, a la vez, es de tal condición que permite fenómenos parasicológicos y nos une a todos nosotros energéticamente, por lo cual induce la ilusión perceptiva de que constituye otro dentro de nosotros, siendo que, a su vez, extrapolamos a ese otro en la realidad exterior, diciendo que “Dios está en todas partes”, 5) Dios existe, pero no podemos saber cómo es, está más allá de lo que para nosotros es el bien y el mal, y es ajeno a nosotros, está ausente, sea porque no quiere interactuar o porque su naturaleza no se lo permite o hace que aquello le sea indiferente, ya que este Dios no necesariamente creó el universo, no necesariamente tiene sentimientos, y no es omnipotente, no es omnisciente en el sentido convencional, y no necesariamente está en todas partes, siendo que puede ser llamado “Dios” solo porque es trascendente y absoluto de algún modo, y porque también, de una manera que casi seguramente lo excluye de la categoría de persona y por tanto de la posibilidad de ser un “Dios-persona” (con voluntad, deseos, acciones, planes para nosotros o el universo, etcétera), participa de la condición de mente o, por lo menos, de la condición de “conciencia”. Ahora bien, como han de imaginar, dentro de la Iglesia Necrótica hay muchos que creen que “Dios está muerto” en la última manera (la número 5), y dentro de ese grupo está gran parte de los investigadores científicos que todavía buscan evidencias de Dios.

En cuanto a mi experiencia personal, yo he estado en cultos de la Iglesia Necrótica (sin pertenecer realmente) y son indudablemente macabros, “blasfemos” según el decir de esos cristianos que tanto abundaban a inicios del siglo XXI. Verán, en todos los templos ordinarios tienen una representación (una escultura) del cadáver de Dios, que es de metal, mide en promedio entre 2 y 3 metros de altura, y es hecha en concordancia con las creencias mayoritarias que tienen los feligreses iniciales (del templo en cuestión) sobre qué atributos visuales simbolizan mejor al “Dios muerto”. Entretanto, en las catedrales se sigue el mismo procedimiento, pero la escultura —las esculturas son vacías por dentro, para ahorrar dinero y representar el vacío inherente a los desarrollos de la idea de Dios en la historia de las religiones convencionales— mide entre 6 y 7 metros de altura, y además está cubierta por una capa de 2 centímetros de espesor, hecha con una sustancia hecha a base de huesos humanos molidos (de miembros que aceptaron en vida donar sus cadáveres a la Iglesia Necrótica) y un material descubierto en el 2105. Bien, esas estatuas de las catedrales son casi siempre horrendas, y en cada misa les rocían baldes de sangre fresca, que siempre tiene que ser de oveja blanca, y que la Iglesia Necrótica consigue en abundancia porque tiene acuerdos comerciales con los criadores de ovejas, que les guardan la sangre de los animales blancos (hay inspectores que cuidan que sean blancas las ovejas-fuente) cuando hacen matanzas para vender la carne de aquellas criaturas. Tal vez esto huela a ritual satánico, pero no es nada en comparación con el magnífico espectáculo que brinda la Catedral de Carne, un magnífico templo que sirve como sede del Conclave Necrótico y del Maestro Supremo (jefe mundial del culto). Y es que la Catedral de Carne es un templo esplendoroso, completamente cubierto, en su exterior, por músculos humanos y ojos finamente incrustados entre los músculos, todo perfectamente acomodado y conservado dentro de una translúcida sustancia (mejor que el formol) hospedada al interior de una capa de vidrio blindado de 5 centímetros, que recubre por completo aquella enorme pirámide metálica, en cuyo interior hay tubos transparentes que recubren el techo y las paredes, imitando la forma de las venas y bombeando sangre humana (donada por miembros de la Iglesia Necrótica) cada hora del día y de la noche, dentro de aquel macabro templo cuya representación del “Dios Muerto” es una bestia de hueso (esa sustancia con hueso molido) que está muriendo, que mide unos 25 metros de alto, tiene varios brazos con manos grotescas, y muchas bocas y ojos que representan su omnisciencia…

24 de agosto del año 2322

Yo nací cuando ya la Luna y Marte habían sido colonizados, me formé como científico en diversas ramas, y para el 24 de agosto del 2322 todavía vivía en la Tierra, donde había desarrollado la mayor parte de mi labor investigativa, que giraba principalmente en torno a la pregunta de “¿dónde está Dios?”. Así, el 24 de agosto del 2322, yo llamé a mi amigo, el Dr Styrr (un científico usar), quien era, junto conmigo, una de las pocas personas que se negaban a creer en la muerte de Dios.

— Buenos días, ojalá hayas descansado, hermano ―le dije yo, saludándolo.

— Disculpa que vaya al grano… ¿has estado observando esa línea?, ¿has visto lo irregular que resultan sus patrones para la galaxia en que se encuentra?

— No… La verdad es que no he visto nada raro… ¿Qué pasa con esa línea?

— No estamos solos… No te diré más por ahora: nos vemos en la oficina en una hora, hablamos.

— Vale, ¡ojalá sea algo grande!

La llamada me hizo sentir una felicidad que no había experimentado en mucho tiempo. Era reconfortante saber que todavía otros científicos creían que Dios vivía y debíamos seguir buscándolo. Y es que no lo he dicho, pero eso de “nos vemos en la oficina” se refería a la reunión por webcam que yo, Styrr y muchos otros científicos habríamos de tener. Era fascinante: todos creíamos que Dios vivía, solo que, al final de la reunión, nos enfrentamos al problema de que el pensamiento del grupo se dividía en dos líneas. La primera línea planteaba que Dios existía dentro de nosotros (como un ser real, no como una ilusión perceptiva o un simple aspecto interno), y que era allí donde había que buscarlo; entretanto, la otra línea planteaba que Dios existía afuera, pero solo en el Cielo se hacía lo suficientemente patente para ser conocido, aunque el Cielo, según los defensores de esta línea, estaba o se manifestaba dentro de nuestro universo. En consecuencia, unos creían que era necesario experimentar con humanos, mientras que otros pensaban que se requería trabajar más en nuestra observación del cosmos. Por mi parte, era previsible que me decantase a favor del segundo grupo. Lo que me desconcertó y desmotivó fue que Styrr se unió al primer grupo; pero, sin embargo, conservé la esperanza de que los equipos mantuviesen buenas relaciones. Todo esto sucedió hace unos 6 años previos al año en que estoy escribiendo estas líneas.

12 de julio del 2328

Las investigaciones no han salido demasiado bien y nuestros fondos han sido insuficientes, por lo que no sorprende que más de la mitad del grupo (contando ambos bandos) haya desertado y se haya unido a la Iglesia Necrótica. Necesitamos esperanza, la hemos necesitado siempre, pero tal parece que a Dios no le importa que vivamos buscándolo y que perezcamos sin haber satisfecho por lo menos algo nuestra noble búsqueda de evidencias a favor de su existencia. Yo aguanté, pero otros no: ellos simplemente perdieron la esperanza. Ahora he estado revisando mi correo, y resulta que curiosamente me encontré un mail de mi amigo Styrr, con un informe adjuntado, informe que al parecer se refiere a los resultados de los experimentos hechos por su grupo.

Experimento VXV con SFG

He aquí lo que Styrr me puso en el informe sobre los experimentos de su grupo efectuados en humanos:

Hemos empleado tecnología de punta para introducir artefactos en los sujetos de prueba de una manera que, en lo posible, no comprometa la vida de éstos y la objetividad de los resultados. Los aparatos introducidos han sido diseñados para producir y registrar sonidos dentro del cuerpo humano. Durante la primera hora del experimento no sucedió nada extraordinario: lo único registrado fueron los ruidos producidos por las máquinas introducidas y los sonidos (latidos cardíacos, ácidos intestinales, respiración, etcétera) correspondientes a los procesos orgánicos naturales de los cuerpos de los sujetos de prueba. No obstante, después de transcurrida la primera hora del experimento, en todos los sujetos empezaron a registrarse fenómenos anómalos como movimiento muscular descontrolado e involuntario y tos con expulsión de sangre. Los dos ejemplos de fenómenos anómalos están dentro de lo explicable por causas naturales, pese a que no responden a lo que se esperaría de organismos que funcionan normalmente, como los de los sujetos de prueba. El problema vino con unos gritos que aparecieron en todos los sujetos del experimento, y que cumplían estas condiciones: 1) se escuchaban como distorsionados, al igual que en una mala grabación, 2) se producían a intervalos irregulares, 3) tenían características acústicas impropias de los sonidos que el cuerpo humano está fisiológicamente capacitado para producir, 4) no eran producidos en las cuerdas vocales de los sujetos, y no fue posible encontrar una fuente a los gritos dentro de los organismos de los sujetos de prueba.

Nota1: Los pacientes comatosos no dieron resultados esperados. A los sujetos se les tapó la boca con cinta adhesiva después de que los gritos se empezaran a registrar: esto les resultó muy doloroso, y los gritos continuaron produciéndose sin alterar sus rasgos.

Posdata: Discúlpame no incluir más información: es secreto. Y por cierto: ¿qué tal si vienes a cenar esta semana a ver si hablamos?

Dr. Styrr

Yo acepté la propuesta de mi amigo y un par de días después nos encontramos en un restaurante pequeño donde era casi imposible que se infiltrasen espías. Cuando lo vi, Styrr estaba pálido, se veía estresado, algo andaba mal en él.

Al preguntarle si estaba bien, mi amigo empezó a asentir con la cabeza repetidas veces, suspiró profundamente, se desparramó en la silla cual si fuera un borracho con sueño, abrió los ojos como un loco, y después se quedó viendo hacia arriba, mientras un hilito de sangre le chorreó de la boca abierta…

Yo me aterré y me le acerqué velozmente, pero de pronto volvió en sí, tosió un poco de sangre, y me agarró la cabeza mirándome a los ojos, de tal forma que parecía esforzarse en convencerse de que todo eso no era un simple sueño.

— Por favor, siéntate, tenemos mucho de qué hablar ―dijo Styrr, con la voz quebrada.

— Styrr, ¿qué te ocurre? Acabas de toser sangre, hombre, ¡toser sangre!

— Robert, Robert… Tú sabes que no te di el informe completo del experimento y la verdad es que quizá nunca lo haga. Queda poco tiempo, necesito que me escuches, ¿vale?

— Claro, te escucho, di todo lo que puedas.

— Bueno, verás, todo empezó cuando nos dimos cuenta de que el uso de espectroscopios SFG no estaba dándonos datos adecuados y suficientes. Entonces, algunos del grupo se ofrecieron como voluntarios para una versión menos extrema del experimento. Inicialmente no obtuvimos buenos resultados, pero la quinta vez algo pasó con el dolor. Tú ya sabes que antes de eso escuchábamos dentro de los sujetos esos gritos extraños sin fuente aparente, y para aquel momento los gritos seguían produciéndose. Bueno, yo personalmente los había oído también, y me había ofrecido de voluntario. Bien, lo escalofriante fue que los gritos extraños estaban comenzando a volverse más fuertes y todo cobraba sentido, al menos para mí y aquellos en quienes se producían los gritos, porque nosotros podíamos sentir que algo estaba tomando el control, aunque las máquinas no pudieran registrar nada relativo a eso. De todas formas yo tuve miedo y ya no me ofrecí de voluntario para el sexto experimento, pues quizá no estuviese hablando contigo si ese hubiese sido el caso… Robert, Robert, entiéndeme: algo terminará saliendo de mí… ―dijo Styrr con la voz quebrada, antes de suspirar y quedarse quieto mirándome, mientras le resbalaban varias lágrimas por las mejillas…

— Amigo… Estás muy mal, tienes que… ―aquí paré porque me interrumpió.

— ¡Tienes que ir!, ¡tienes que ir!, ¿y qué le gustaría comer?, ¡señor! —dijo Styrr fuera de sí tras interrumpirme, con los ojos en blanco, vueltos hacia atrás como un poseído…

Eso de los ojos en blanco fue lo último que aguanté, porque en ese momento sentí que mi vida corría peligro, y escapé corriendo a toda velocidad, escuchando tras de mí unos gritos aterradores, semejantes a los que me describió Styrr cuando habló de los experimentos. Lamentablemente no pude correr mucho, porque a la salida del restaurante (yo estaba en el piso de arriba) me encontré con un grupo de guardias…

“¿Qué ha visto?”, “¿Estuvo violento Styrr?”, “¿Qué le dijo Styrr?”: con esas y otras preguntas me hostigaron los guardias, y después se llevaron a mi amigo, que ya había vuelto en sí y estaba siendo sujetado, llevado a la fuerza a una pequeña nave-patrulla, mientras lloraba y clamaba libertad. “¡No! ¡Ya no puedo soportar más el dolor! ¡Tengan piedad de mí! Dios, ¿dónde estás? ¡Ahora es que te necesito! ¡Resucita!, ¡aparece, cadáver omnipresente! ¡Robert, Robert: ayúdame por favor, sálvame!”. Yo pude haberlo ayudado pero tuve miedo, demasiado miedo: lo traicioné, le di la espalda, le fallé. Nunca me perdonaré…

Después de que Robert se fue, me senté y lloré hasta que vino un científico que parecía importante. Entonces un guardia intentó fastidiar, pero el científico le ordenó que nos dejase en paz. Me di cuenta que era de los científicos que aún creían en Dios, y que era parte del equipo detrás de los experimentos que hicieron enloquecer a mi amigo. Según me dijo, tendría la consideración de decirme lo que no podía decir a casi nadie, sobre todo a civiles. A saber, sencillamente me informó que Styrr había perdido la cordura debido al dolor físico y a la angustia emocional que comportaban los experimentos, y también me dijo que yo y mi grupo podíamos seguir tranquilos buscando a Dios en el cosmos, pues quizá pronto acabaríamos encontrando “algún planeta con la barba de Cristo” (esto lo dijo burlándose, el muy hijo de…).

¿Realmente era cierto lo que me dijo el científico? ¿Seguiría vivo Styrr? ¿Lo volverían a usar en experimentos en contra de su voluntad? ¿Había enloquecido solo por los experimentos o había algo más? Y finalmente, y más que todo: ¿acaso los experimentos tenían algo tan siniestro que Styrr no podía y no quería decirlo y yo estoy todavía lejos de imaginarlo? Desde el día en que se llevaron a Styrr, nunca más volví a saber de él, y aún no sé si vive o no…

09 de septiembre del año 2328

Jamás olvidaré lo que ha pasado hoy, que es el día en que he escrito todas estas líneas, refiriéndome a hechos anteriores para que entiendan a la perfección la magnitud de lo que pronto les revelaré. ¡Maldita sea, maldita sea! Este día me ha marcado profundamente: si “eso” que vieron era Dios, yo no sé cuánto tarde en perdonarlo, en dejar mi resentimiento, mi blasfemo resentimiento… Si no es Dios, pues mucho mejor, aunque creo que entonces tendría que pensar que se trata del Diablo o de alguna forma de vida sumamente poderosa y sutil, una especie de super-mente. Pero no: yo sé que ese era Dios, me lo dice la intuición. Bueno, en todo caso iré al punto:

Hoy, tras años de esfuerzo, se estrenó el observatorio con los nuevos telescopios, unos telescopios que tardaron mucho en ser desarrollados, que costaron tanto que solo el Estado (al cual convencimos con gran esfuerzo) pudo pagarlo, unos telescopios especializados en detectar anomalías, y con un alcance jamás visto en telescopios anteriores. ¿Saben qué pasó? Fue indignante, fue atroz, fue… un acto con la crueldad propia de un Dios que no conoce la compasión…

El observatorio se abrió a las 3 de la tarde, y cinco de nuestros científicos se pusieron a trabajar intensamente, hasta que a las 7 de la noche recibimos una llamada en la central: “¡lo hemos encontrado, lo hemos encontrado! ¡El rostro de Dios! ¡Los patrones, los patrones, nunca se han visto patrones así! ¡Hay una mente, los patrones son organizados, fluyen, se comportan como si hubiera una mente atrás de ellos!”. Al oír esas palabras, todos nos miramos con la boca abierta. Era evidente que el emisor no mentía, pues hasta tenía la respiración agitada de la emoción y se oía a sus compañeros asentir. Sin embargo, apenas les dijimos que envíen la transmisión en vivo de lo que estaban viendo (no habíamos hecho eso antes para no distraerlos), escuchamos un ruido estrepitoso como del suelo abriéndose, e inmediatamente se escucharon destrozos y la comunicación se cortó…

Media hora después de que la comunicación se cortase, llegamos al lugar y encontramos el observatorio reducido a ruinas, con todos los científicos muertos y los telescopios destrozados. Yo nunca creí en la Biblia, pero por curiosidad la estudié y en ese momento, cual relámpago que cae sobre el árbol y lo incendia, acudieron a mi mente aquellas palabras que supuestamente Dios dijo a Moisés, después de que éste le pidiera que se dejase ver y Él accedió diciendo: ‹‹pero te advierto que no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo›› (Éxodo 33, 20).

Origen: Se sabe que esta creepypasta apareció primero en inglés, pero se desconoce su origen concreto, aunque es evidente que se inspira en el decaimiento actual de la religión y en el hecho de que, mientras eso sucede y la Ciencia avanza, el hombre conserva su necesidad de tener un Dios en el cual creer.

 

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Baby Blue

Sonia no era lo que se dice la chica más popular del instituto, con unas gafas de culo de botella y ligeramente gordita no sólo no atraía las miradas de los chicos si no que además era repudiada por muchas de sus compañeras simplemente por su aspecto. Por este motivo se sorprendió cuando Ana, una de las chicas más populares e imitadas de su clase la invitó a una fiesta de pijamas en su casa.

Ilusionada y llena de alegría se dirigía al lugar de la reunión sin imaginarse que lo que pretendían era burlarse de ella y hacerla pasar el mayor ridículo de su vida por medio de un susto.

Pocos minutos después de su llegada, los padres de Ana se despidieron de las chicas, habían pedido unas pizzas que estaban deliciosas, pero Sonia no quería parecer una glotona y decidió comer tan sólo un pedazo. Mientras lo hacía las demás la miraban como esperando que alguna de sus compañeras hiciera algún comentario gracioso sobre su forma de comer y lo gorda que estaba, pero Ana las vigilaba con mirada inquisidora. No quería que su diversión acabara demasiado pronto, al menos tenían que reirse a su costa hasta la media noche.

Finalizada la cena y después de hablar en grupo de varios de los chicos de clase, Sonia se sentía feliz e integrada en el grupo, no quería hablar mucho porque además de que no tenía muchas experiencias que compartir, quería caerles lo mejor posible y sabía que escuchando y preguntando sería más posible ganarse su amistad.

Todo parecía ir de maravilla cuando Julia se levantó y dijo:

-Ya es casi media noche así que vale ya de chiquilladas, es hora de jugar a juegos de adultos – dijo mientras sacaba un tablero de ouija de su mochila.

Todas parecían entusiasmadas con la idea, todas menos Sonia, que era la única que no sabía que lo que pretendían era asustarla y dejarla en evidencia con la trampa que la habían tendido. Sabía que no estaba bien jugar con las fuerzas del más allá, pero si quería que las demás la vieran como un miembro mas de su pandilla debería vencer sus miedos.

Las cuatro chicas rodearon el tablero que habían puesto sobre una mesa circular y comenzaron con la sesión. Ana tenía la voz cantante y era la encargada de hacer las preguntas, mientras Julia y Diana seguían sus indicaciones con una sonrisa cómplice sabiendo que dentro de poco Sonia saldría corriendo de allí muerta de miedo.

- ¿Hay alguien ahí? – preguntó Ana en voz alta.

Inmediatamente el vaso de cristal que usaban como puntero en su sesión comenzó a moverse hacia el “Sí” movido de forma voluntaria por las tres chicas que pretendían engañar a Sonia.

- ¿Eres amigo o enemigo?

En ese momento el vaso parecía volverse loco y comenzó a moverse rápidamente por el tablero sin indicar nada en concreto, las chicas querían simular que la entidad no quería contestar a esa pregunta. Ana dijo que probablemente le había molestado la pregunta y que era mejor seguir sin ser tan directos porque podían molestar al espíritu. Por supuesto Sonia había comenzado a temblar, si de por si no le gustaba la idea de molestar a los muertos, mucho menos si estos se enfadaban.

- ¿Cómo te llamas?

El vaso nuevamente se movió hasta formar dos palabras “BABY BLUE”. Inmediatamente la mesa comenzó a moverse, como si estuviera saltando. Lo que no sabía Sonia era que las tres chicas, compinchadas, la movían con sus piernas por debajo. Del susto, Sonia levantó las manos del vaso y se cayó al suelo de espaldas. Las tres chicas restantes comenzaron a reirse y a burlarse de ella. Pero su tortura aún estaba por comenzar, querían que saliera corriendo de la casa para tener algo que contar el lunes en el instituto.

-Así que eres una niñita miedosa – dijo Ana mientras sonreía burlonamente a Sonia- Nos has estropeado la diversión y no creo que BABY BLUE quiera volver a comunicarse con nosotras. Así que si quieres ser nuestra amiga y que te invitemos de nuevo, tendrás que invocarle tú solita esta vez.

Sonia no sabía muy bien a que se refería con lo de “invocarla ella sola”, pero pronto Diana (que hasta el momento había sido la más callada) se lo comenzó a explicar:

- Cuenta la leyenda que hace muchos años una madre ahogó por descuido a su hijo en la bañera. Por atender una llamada de teléfono dejó al bebé sin supervisión y cuando regresó se lo encontró totalmente azul debajo del agua. La madre no soportó su pérdida y se cortó las venas con unos trozos del espejo que había destrozado en su desesperación. Desde entonces se dice que el alma sin descanso del niño puede ser invocada si se siguen unos determinados pasos. – Diana sacó una hoja de papel y comenzó a escribir- Aquí te los voy a apuntar porque los debes hacer tu sola, ninguna de nosotras te puede ayudar.

Sonia la miraba totalmente asustada, no quería hacerlo pero no tenía otra alternativa, sabía que si se iba, el lunes todo el instituto se enteraría y eso dañaría de por si su ya lamentable popularidad. Recogió la hoja y antes de comenzar a leerla, Ana prácticamente la empujó al interior del baño.

- La invocación debe realizarse en el interior del baño así que no te queremos ver más hasta que entres en contacto con BABY BLUE. Y no te vayas a echar atrás o no te llamaremos nunca más – amenazó Ana que sabía que Sonia no tenía alternativa.

Sonia entró casi a la fuerza y sus “amigas” cerraron la puerta de un portazo. No sabía que habían utilizado un poco de hilo, casi invisible, que usaba el padre de Ana para pescar, atando varios objetos como botes de champú y un viejo espejo que ya nadie usaba en casa. Pretendían tirar del hilo cuando las luces estuvieran apagadas para que Sonia se llevara el susto de su vida.

La asustada chica una vez sola y dentro del baño abrió de nuevo la hoja y leyó los pasos necesarios para realizar la invocación:

1.- Debes entrar de noche en un baño sin ventanas y en el que no entre nada de luz.

2.- Abrir el grifo del agua caliente hasta que el vapor empañe el espejo y entonces escribir sobre el vaho que se ha formado el texto Baby Blue.

3.-Apaga la luz y junta los brazos como si estuvieras sujetando un bebé, pasados unos minutos comenzarás a sentir el peso de un bebé.

4.-No lo sueltes muy rápido, pero tampoco estés con él demasiado tiempo en brazos o será demasiado tarde.

Ese “demasiado tarde” hizo estremecer a Sonia, miró a su alrededor y se dio cuenta de que el baño no tenía ninguna ventana o forma de entrar la luz, sus compañeras de clase se habían asegurado de ello. Armándose de valor abrió el grifo del agua caliente hasta que el vapor comenzó a empañar el espejo. Una vez que ya estaba suficientemente borroso, cerró el grifo y escribió Baby Blue en él. Un escalofrío la recorrió cuando recordó ese “demasiado tarde”, mientras apagaba la luz. Sus “amigas” parecía que habían apagado la luz fuera también, porque la oscuridad era absoluta y no entraba nada de claridad por debajo de la rendija de la puerta. Sonia juntó sus brazos como si acunara a un bebé y se mantuvo inmóvil y en silencio durante unos segundos.

Fuera, las tres chicas se aguantaban las ganas de reir mientras Ana se ponía una careta de monstruo que había usado el pasado halloween. Su plan estaba a punto de hacerse realidad, cuando tiraran del hilo e hicieran caer los objetos que habían atado dentro del baño, Sonia se asustaría tanto que saldría corriendo y al abrir la puerta se encontraría frente a frente con la careta de Ana convenientemente iluminada desde abajo con una pequeña linterna. Lo que no sabían es que algo sobrecogedor existía detrás de esa leyenda que habían copiado en internet.

Dentro, Sonia luchaba contra su miedo mientras permanecía de pie frente al espejo, llevaba casi dos minutos cuando sintió algo en sus brazos, al principio pensó que se le habían quedado dormidos debido al entumecimiento de no moverlos durante tanto tiempo. Pero poco a poco el peso se hizo más notorio, claramente podía sentir como el pequeño cuerpo de BABY BLUE se apoyaba sobre sus brazos, el peso cada vez era mayor y fue entonces cuando sintió que las pequeñas manitas del bebé comenzaron a tocarla, al principio la tocaban el brazo como una caricia, pero poco a poco trataban de trepar y tocar la cara, pecho y cuello de Sonia. Era como si el bebé reviviera el momento en el que moría ahogado y trataba de agarrarse a algo o alguien para salir del agua, arañaba los brazos, cuello y cara de Sonia mientras esta paralizada por el miedo no era capaz de gritar ni moverse ni un centímetro.

Casi coincidiendo con ese momento, las chicas desde fuera accionaron el hilo e hicieron caer varios objetos que había sobre el lavamanos. Lo que no podían esperar, es que dentro no se escuchara más que la respiración ahogada de Sonia, que había quedado petrificada e ignoró completamente la trampa que la habían tendido. Algo mucho más real y peligroso estaba tratando de arañarle la cara. Las chicas sorprendidas porque Sonia no saliera corriendo tal y como habían planeado dieron la luz de la habitación, lo que permitió que entrara una leve claridad por debajo de la rendija de la puerta.

Entonces Sonia pudo verlo, sobre sus brazos estaba el cuerpo de un bebé de color azulado que luchaba por alcanzar su rostro. Pero lo verdaderamente aterrador era que en el espejo aún empañado podía verse la silueta de una mujer con el rostro deformado que mirando a Sonia gritó:

-¡DEVUÉLVEME A MI BEBÉ!

El grito destrozó el espejo en mil pedazos y Sonia gritó a su vez con toda la fuerza que sus pulmones le permitieron antes de caer al suelo.

Las chicas desde el exterior y totalmente aterrorizadas, trataban de abrir la puerta, pero era como si una fuerza misteriosa se lo impidiera. Segundos después cuando ya casi habían desistido la puerta se abrió prácticamente sola.

En el suelo yacía el cuerpo de Sonia con una mueca de terror en su rostro. Uno de los brazos, el cuello y rostro de la chica se encontraban llenos de pequeños arañazos. Sus dos muñecas estaban cortadas, como si hubiera tratado de suicidarse y un trozo grande de espejo permanecía clavado en el cuello, del cuello aún salían borbotones de sangre mientras su cuerpo aún se sacudía en sus últimos movimientos mientras moría desangrada.


La galería de Henri Beauchamp

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En París (capital de Francia), en uno de los pisos de un edificio cuya ubicación muy pocos conocen, está un pequeño bar que esconde grandes secretos. Si vas de noche y tienes la suerte de encontrar al barman indicado, podrás entrar a la exclusiva galería en donde todavía perduran las magistrales y malditas trece obras perdidas que el artista Henri Beauchamp pintó antes de suicidarse.

El problema está en que el barman no deja ver la galería secreta a cualquiera: tienes que demostrarle que eres un verdadero admirador de la obra de Beauchamp, que conoces todas las escuelas y autores que lo influenciaron, las etapas de su obra conocida, los significados profundos y múltiples que palpitan en tantos óleos suyos.

Habiendo demostrado lo anterior, todavía no será suficiente y el barman te preguntará en un inglés de elegante y perfecta pronunciación: “¿Qué es lo que desea tomar durante esta gloriosa noche?”. No puedes responder cualquier cosa, tienes que decir claramente: “Absenta”. Si das una respuesta distinta, morirás con la bebida que el barman te sirva, sea cual sea, o bien te matará él mismo si insistes en quedarte y no tomas nada.

Bien, ya has optado por la absenta, ahora te preguntará cuál tipo de absenta quieres, y entonces dile: “la bebida que aquel señor no soportaba tomar”, o bien “la buena absenta, la mejor absenta”. Si respondes de otra forma, no perecerás pero tampoco verás la galería, y además te servirá una absenta que te producirá pesadillas insoportables por trece días, tal y como el número de sus obras perdidas. No pienses que se trata de pesadillas comunes: la última pesadilla, la del treceavo día, te atormentará el resto de tu existencia, volverá una y otra vez, haciendo que pases muchas nuches en vela, con gotas de frío sudor y esas palpitaciones veloces que te agitan cuando abres los ojos y nada te aterra más que la idea de volverlos a cerrar. Distinto será si dices lo indicado, pues entonces el barman te dirá: “Asegúrese de tomarse esto con cuidado; esto es lo más fino, lo mejor”. Cuando oigas esas palabras dile: “Sobreestimé mi fortaleza, tenga usted una buena noche”.

Aquí llega el momento crucial: si el barman asiente (con palabras, gestos o ambas cosas), puedes retirarte por donde entraste y nada pasó, o bien puedes proseguir en tu determinación por contemplar lo que a pocos ojos ha espantado y deslumbrado a un mismo tiempo.

Si decides continuar, el barman te dará un vaso especial que tiene siete lados giratorios, esto es, que cada una de las siete caras está rotando: en este caso, lentamente. También te dará unacuchara especial de esas que se usan para absenta, aunque ésta tiene la particularidad de tener la forma de una llave, viniendo a estar los agujeritos (a través de los cuales cae el dulce del cubo de azúcar que se coloca encima de estas cucharas) en la cabeza de la llave, o de la cuchara. Adicionalmente te entregará una botella de absenta muy vieja, con marcas de que la etiqueta fue retirada hace muchísimos años. La cuchara que el barman te ha dado será plana y tendrá un lado con ranura (no en la cabeza) y otro sin ranura: tú debes poner el mango hacia abajo para que la ranura se oriente hacia abajo, pues en caso contrario tu absenta se tornará agria, tu nariz se quemará y verás cosas horrendas a causa del contacto con la bebida agriada.

Con la cuchara en la posición correcta, prepara la absenta como se hace, poniendo el cubo de azúcar en la cabeza con hoyos y vertiendo el alcohol sobre el cubo para que se disuelva y la bebida vaya tomando sus especiales propiedades. Al terminar (cuando el vaso esté casi lleno), di “salud” y tomate todo hasta el fondo, de una sola, aunque te quemes la garganta como si eso fuera ácido.

Al terminar tu bebida, si la tomaste de la manera indicada, se apagarán todas las luces de golpe y la oscuridad se apoderará del bar. No debes asustarte con esto, más bien regocíjate porque significa que has sido aceptado, pero guarda silencio, excepto si el barman te habla.

Después de dos o tres minutos en las tinieblas, verás brillar una luz verde por  debajo de una puerta del bar, ubicada en una de las paredes más alejadas de la barra. No, no se trata de un truco preparado al estilo Disney World: es el más allá, interactuando con nuestra realidad en una forma mágica, revelando su esplendor en ese espacio de excepción causal que es el bar en que estás. Pero la cosa no acaba allí: aparecerán pequeños orbes flotantes de luz verde, y el verde inundará todo el lugar. En ese instante el barman se desvanecerá, no habrá nadie a tu alrededor, y te percatarás, quizá con los escalofríos subiéndote por la espalda, de que allí, desde que pasaste bajo el condenado marco de la puerta de entrada, no ha habido más hombre vivo que tú.  Quizá pierdas el juicio una vez que el barman se haya desvanecido, porque podrías cuestionarte si aún permaneces en la dimensión de los vivos. ¿Fue real el alcohol que te tomaste?, ¿es todo eso un sueño?, ¿un fantasma te sirvió absenta? Una de las mejores explicaciones que podrías pensar, si acaso has leído algo del tema, es la de que todo lo que viviste en el bar y estás viviendo no es un sueño, como tampoco estás muerto y tampoco un fantasma te sirvió absenta: has estado en el plano astral, en aquella zona del plano astral que se superpone con el mundo real, una zona que se experimenta como se experimenta un sueño, pero con más intensidad, y en medio de un entorno que permanece casi tan estable como la realidad, aunque da cabida a las situaciones fantásticas y a veces aterradoras del mundo espiritual. Exactamente, esto es igual que en la película Insidious, lo cual quiere decir, ya que todavía estás vivo, que en algún momento abandonaste tu cuerpo, y eso momento debió ser cuando entraste, y pasó algo extraño, algo sutil, algo tan difícil de percibir que nunca lo notaste, creyendo que todavía seguías en nuestro mundo material cuando en realidad ese algo ya había causado que en un abrir y cerrar de ojos te transportases a la zona del mundo espiritual o astral que se superpone al bar, o si lo prefieres, a la versión del bar en el mundo espiritual, aunque no precisamente en sus estratos luminosos… Pensando estas cosas, tendrías que reinterpretar ligeramente las advertencias que se te ha dado, en el sentido de que, si antes se te dijo que el barman podría envenenarte o matarte directamente, lógicamente tendrías las visiones de esas situaciones en el mundo astral, pero ciertamente morirías, porque ya nunca podrías volver a tu cuerpo físico…

Pero bueno, ahora que todo está repleto de luz verde y el barman no está, puedes (si quieres) tomarte el resto de absenta que está en la botella, o bien guardarlo, por si te sirve para algo después. Hagas lo que hagas con la absenta, tienes que agarrar la cuchara con forma de llave y colocarla en la cerradura de la puerta en donde apareció por primera vez la luz verde: la cuchara-llave entrará perfectamente, la puerta se abrirá y tú entrarás.

Allí adentro verás un pequeño ascensor y, parada junto a la puerta del mismo, una mujer de belleza deslumbradora, quizá la más hermosa que hayas visto y vayas a ver a lo largo de toda tu existencia. “¿Vas para arriba?”, te preguntará la mujer, y tú le dirás que sí y entrarás al ascensor, donde ella te mirará a los ojos y, como si fuera un tema del que sabes mucho, te preguntará con soltura: “¿De qué forma compararías el surrealismo de Beauchamp, con el de…, digamos, Rene Magritte?” Sepas o no lo suficiente como para dar una buena respuesta, debes evitar el tema y decirle: “Esta noche he venido a ver más que arte”. Si no lo dices, la luz verde (que sigue impregnándolo todo) desaparecerá, las puertas del ascensor se azotarán estrepitosamente, y el ascensor caerá a toda velocidad, sumiéndote en una oscuridad cada vez mayor, cada vez más inundada por los gritos de las almas condenadas. También, mientras caes verás la progresiva y aterradora transformación de la mujer: sus ojos de ensueño se volverán negros cual ojos de demonio; su piel blanca como armiño se llenará con llagas y gusanos, y sus cabellos se transformarán en finos tentáculos de energía oscura. En cuanto a ti, quedarás preso en el infierno hasta que la misericordia de Dios te salve, si acaso te salva… Mas no tienes que temer pues darás la respuesta indicada, y el elevador ascenderá lentamente mientras la lumbre verdosa va retirándose para dar paso a la suave luz de la luna.

Al salir del ascensor, verás ante ti un antiguo salón con un cartel de Henri Beauchamp en la parte izquierda de la pared opuesta a aquella por la cual entraste al dejar el ascensor. Si quieres y sabes francés, sería bueno que te acerques al cartel y lo leas para saber algo sobre Beauchamp. En resumen, el cartel cuenta que Beauchamp era un surrealista que soñaba con liberar al arte de toda premeditación, que consiguió hacerlo y que en la década de 1920 tuvo problemas y una profunda crisis personal. Fue así, en medio de esa crisis, cuando cierta noche Beauchamp vino a este bar como tantas otras veces, y poseído por las musas pintó figuras geométricas, algunas con espléndidos y perfectos fractales. Además, creó imágenes proféticas sobre acontecimientos que vendrían la siguiente semana, o incluso, sobre lo que pasaría cincuenta años después. Esas sorprendentes pinturas aparecieron al día siguiente en los diarios y fueron aclamadas por los críticos de arte.

Parecería pues que Henri Beauchamp tenía razones de sobra para estar contento, pero muchos artistas son seres hipersensibles con una auténtica vocación de sufridores. “La melancolía es la alegría de estar triste”, había dicho alguna vez el gran Víctor Hugo, y Henri no dudaba en tomar aquellas palabras como un dogma de su propia vida interior. No importaba tanto el prestigio: él quería llegar más lejos y apresar, en los materiales de la obra, la esencia viva del dolor y la tragedia, usando esa esencia para plasmar, en el lenguaje de las formas, lo que él consideraba eran las respuestas a grandes interrogantes cosmológicos y espirituales, muchos de ellos ligados a cuestiones siniestras como el Anticristo, el Infierno, y el fin de la Humanidad. La manera que encontró para imbuir los materiales de la obra en esa “esencia viva del dolor y la tragedia”, fue realmente efectiva, pero le valió la condena de su alma, y el exilio, entre los vivos, al territorio de los artistas olvidados que muy pocos recuerdan. Sabía que, tras terminar sus últimas obras, no podría darse el lujo de vivir, aunque de alguna manera persistiría para siempre pues, en palabras de Carl Gustav Jung, “un artista es su obra”.

Llegó entonces el último día, o la última noche, para ser exactos. Para la ocasión, Henri había conseguido raptar a tres niñas pequeñas sin que lo notasen, y las tenía allí en su taller, atadas contra la pared, bajo la ventana abierta por la cual se filtraban los rayos de la luna y caían sobre los rostros llorosos de las pequeñas, a manera de plata líquida que el cielo les dispensaba en un anticipado segundo bautizo para el nacimiento que pronto tendrían en el mundo de los espíritus…

El arte, eso era todo lo que importaba a Henri, quien sin poder contener las lágrimas pidió perdón a las niñas (tenían que ser niñas porque las víctimas debían ser vírgenes) y después las sacrificó, a cada una con una sola puñalada, profunda y certera. Posteriormente las abrió con cuidado, poniendo en práctica cuanto había aprendido de anatomía humana. No quería desperdiciar nada: la sangre, la bilis, la piel, los ojos, los tejidos de los distintos órganos, todo debía servir para crear un repertorio de colores, texturas, etcétera. Esa noche Henri no sintió somnolencia alguna: su mente estaba electrizada por la inspiración, su espíritu completamente arrebatado por el fin trágico y sublime al cual se entregaba, y su mano, más ágil que nunca, variaba la velocidad y combinaba los distintos movimientos a fin de dar vida a las ideas que, como dictadas por un algo superior, iban apareciendo en su cerebro, donde se enlazaban, se desarrollaban, se clarificaban.

Tras varias horas, aún antes de la salida del sol, Henri terminó las primeras doce pinturas, todas hechas con los materiales proporcionados por los cuerpos de las niñas. Satisfecho, colgó en la pared las obras, que eran éstas:

Las primeras seis, de izquierda a derecha:

- El origen del Universo.

- La única imagen verdadera de Dios, vista desde los ojos del ser humano.

- La imagen real de Jesucristo.

- La entrada al Paraíso

- Todos los Papas que habían existido, y los que existirían (recuérdese que Henri era surrealista, así que pudo plasmar esto en un solo cuadro, ya que en surrealismo es posible)

- La imagen Cristo en su segunda venida

Las otras seis, que debían verse e interpretarse de derecha a izquierda:

- El fin del Universo

- La única verdadera imagen de Satanás, vista desde la perspectiva humana.

- La imagen real de Judas.

- La entrada al Infierno.

- Una imagen que representaba a todos los humanos que habían pactado con el Diablo

- La imagen del Anticristo en su segunda venida.

Pero y bien: ¿qué pasó con la treceava de sus últimas obras?, ¿con qué materiales la pintó? Ya se dijo que Henri no podría seguir viviendo tras su crimen, así que se suicidó, pero de una forma horrenda y lenta. Primero se drogó para resistir el dolor y conservar la lucidez, y después se cortó a sí mismo, en tantas partes, y con cortes tan profundos, que con total seguridad moriría desangrado antes del amanecer. Así, en sus últimos momentos, Henri era un ser monstruoso y penoso, que tenía expuestas las vísceras y metía el pincel en sus heridas, se arrancaba tiras de piel, e incluso trozos de carne, todo a fin de sacar de su cuerpo agonizante materiales para terminar el último cuadro.

Fue difícil, pero Henri terminó todo antes de que la muerte le arrebatara el pincel. La obra, grande, misteriosa y aterradora, está colgada en la misma sala que las otras doce, pero volteada y con un letrero en tres idiomas: en la mitad, letras en latín; arriba, escritura en el supuesto idioma de los serafines; abajo, runas demoníacas. Lo que está en latín, lo único inteligible, dice traducido al español: “NO TOCAR”.

Sobre la naturaleza de esta última obra, únicamente se sabe que es un tipo de collage, y que el alma de Beauchamp está vinculada a ella, por lo que sigue penando en el piso del bar que esta noche conociste, un piso que fue suyo, y donde todavía permanece oculta la galería en que mató a las niñas y colgó sus últimas obras.

Entonces, ahora que estás allí, ¿intentarías buscar la entrada secreta a la galería? Si entras, si ves la treceava obra, si vuelves para contarlo, no olvides decirnos qué fue lo que viste, porque habrás sido el primero en volver para contarlo…

¿No sabes cómo encontrar la entrada?, ¿te queda algo en la botella?, quisieras probar a buscarla… ¿quizás con una copa de absenta?…

La Historia de Edward Mordake

La historia de Edward Mordake (o Mordrake según otras fuentes) es una de las más tristes y enigmáticas de la medicina moderna. Edward nació en algún lugar de Inglaterra en el siglo XIX y se cuenta que su familia era una de las más ricas de la región. Su padre estaba especialmente ilusionado con su nacimiento ya que ansiaba tener un heredero varón que pudiera continuar con la tradición familiar, ya que anteriormente había tenido dos hijas. Pero la suerte no estuvo de parte de la familia Mordake ya que a pesar de que Edward era un niño, tal y como siempre habían soñado, había algo insólito y escalofriante en el recién nacido…

En su nuca podía apreciarse una segunda cara de menor tamaño y distintos rasgos a la original. Con el tiempo el rostro posterior empezó a revelar su diabólica naturaleza, ya que aunque era incapaz de hablar o comer, se podía observar como sonreía cada vez que Edward lloraba o sentía dolor. Además, seguía con los ojos a las personas que pasaban por detrás de Edward y movía los labios como si estuviera hablando, aunque no emitía ningún sonido… o al menos ninguno que pudiera escuchar otra persona que no fuera Edward.

Su insólita “maldición” llevó a Edward a recluirse en su habitación, no permitiendo que nadie pudiera verle, ni siquiera su familia. Sin embargo Edward se convirtió en una persona muy culta y refinada ya que era un ávido lector y un músico con un gran talento.

Pero lo más aterrador de su gemelo demoniaco era que según Edward, la chica (pues era un bello rostro femenino el que “decoraba” la parte posterior de su cabeza), le susurraba por la noche y no le permitía conciliar el sueño. Según Edwar su “gemela diabólica” nunca dormía y le susurraba en un lenguaje que parecía salido del mismo infierno. Edward aseguraba que estaba “cosido a un demonio” y solicitó a varios cirujanos que le separaran del terrible rostro femenino que le atormentaba, incluso aunque eso le costara su propia vida. Pero ningún médico consideró posible efectuar dicha “extracción” y Edward tuvo que resignarse a vivir con un demonio en su nuca.

Hasta que un día, su sufrimiento fue tan grande, que aprovechando el descuido de las personas que estaban a su cargo consiguió un veneno que le sirvió para acabar con su vida cuando tan sólo tenía veintitres años. Tras su muerte dejó una nota de suicidio en la que agradecía a sus padres y hermanas por el cariño que le habían dado y les pedía perdón por el daño y dolor que su muerte les pudiera causar. Así mismo les hizo una última petición:

Que le arrancasen a su cadáver la cara del demonio que le había atormentado en vida, para que no pudiera continuar con sus demoniacos susurros en la tumba, y que la destruyeran. También solicitó ser enterrado en tierra baldía, sin ninguna cruz o lápida que pudiera marcar el lugar en el que descansaría eternamente su cuerpo sin vida. Tal vez Edward tuviera miedo de que su “gemela diabólica” le pudiera encontrar de nuevo.

 

NOTA: La historia de Edward Mordake apareció por primera vez en el libro “Anomalies and Curiosities of Medicine” editado en 1896, como un escalofriante caso de duplicación craneofacial (Diprosopus) y aunque no hay mucha documentación del caso, ni historial médico de Edward, muchas personas dan su historia por cierta.

Lo cierto es que médicamente hablando el caso es extremadamente controvertido ya que los gemelos siameses siempre son del mismo sexo, ya que han sido el resultado del mismo óvulo fecundado (monocigóticos) que se divide en las primeras fases (cuando sólo es un cigoto). Esto no descarta al 100% que la historia de Edward Mordake sea cierto, puesto que la “gemela malvada” al no disponer de órganos reproductivos bien habría podido ser realmente un hombre con rasgos más afeminados.


miércoles, 27 de agosto de 2014

La anciana del cuadro

Los 94 años de mi abuela habían llegado a su fin, la conocí desde muy niño por la razón de que vivíamos en la misma casa. Su herencia claramente estipulaba que aquella casa quedaba a mi nombre, pero que por respeto debía dejar los cuadros y muebles donde estaban.
Siempre que de niño iba al segundo piso a llevarle una sopa a mi abuela cuando estaba enferma, pasaba por el pasillo mirando al suelo para no tener que ver el horrible cuadro colgado en la pared. El cuadro de una anciana de mirada penetrante.
Nadie nunca me contó algo de ella, pero como exigía la herencia, no debía mover el espantoso cuadro de su lugar.
Un día como cualquier otro, me levanté a preparar mi desayuno, y casi me llevo un susto con el cuadro. Veía a la nada con una mirada tan tétrica… parecía que había cambiado el gesto que mostraba normalmente, frunciendo el ceño, como intentando ver algo a lo lejos. Era sumamente espantosa.
En medio del susto, sólo reaccione echándole una sábana encima, que quedó colgando de tal forma que cubría el cuadro. Durante todo el día me pasé por el pasillo sin tener que ver ese rostro mirándome.
Ya al caer la noche, pude escuchar un ruido muy sigiloso. Al salir al pasillo para ver de dónde había provenido el ruido, pude notar que la sábana se había caído. Mi corazón dio un vuelco. Ahora el rostro de la anciana me estaba sonriendo de una manera macabra, mostraba sus malgastados dientes y se notaban exageradas arrugas en su rostro. Realmente no sabía por qué mi abuela apreciaba tanto a ese cuadro, y me intrigaba más que ella no lo encontrara horrible. Fue un martes por la mañana cuando casi me da un infarto por algo que llegué a ver.
Estaba desayunando mi clásico café y empanedado de pollo, al momento que noté una cabeza asomándose por el extremo de la puerta para verme.
Pegué un grito que se debió de haber escuchado en toda la cuadra, a la par que la cabeza se escondió rápidamente. Salí al pasillo a ver qué era lo que había pasado, pero no vi nada: nada aparte de ese horrible cuadro, que de nuevo había cambiado los gestos de su rostro.
Estaba seria.
Yo sabia perfectamente que esa cabeza que había visto era la de esta mujer; no sé cómo, pero había estirado su cuello para vigilar lo que hacía.
La noche siguiente decidí hacer algo más inteligente. Coloqué una cámara delante del cuadro, con la intención de comprobar si era de éste de donde salió la cabeza, o si en verdad el cuadro hacía movimientos extraños. La dejé grabando tres días, en los cuales salí fuera de Lima a otro departamento de mi país. Al tercer día, subí directamente al segundo piso para ver las condiciones del cuadro y de la cámara. El cuadro cambió una vez más, ahora estaba enojada, tenía una expresión llena de rabia y de furia, sus ojos brillaban de odio… ¿por qué?
Pasé a revisar lo que había capturado mi cámara en los tres días que estuve ausente. El primer día no hubo movimiento alguno hasta que cayó la noche, pude ver claramente cómo la cabeza del cuadro miraba a los lados, quizá revisando si había alguien cerca, y después vi cómo estiraba su cuello y salía del cuadro.
El cuello se estiraba y estiraba mientras la cabeza de la anciana recorría todas las habitaciones, curioseando. Cuando finalmente volvió a su postura, cambió su expresión a la de una sonrisa. A la mañana siguiente pude verla repetir el mismo procedimiento, sólo que ahora después de haber vuelto a su posición normal, empezaba a moverse más.
Estaba saliendo del cuadro.
Al salir completamente, vi que era una mujer extremadamente alta, ¡era el doble de mi estatura!; tenía que caminar agachada para no chocar con el techo. Pero su altura no se debía al tamaño de su cuerpo en sí, sino a que su cuello estaba estirado exageradamente.
La anciana se paseó en toda la casa, buscando algo… gritando el nombre de mi abuela mientras sollozaba. Al regresar al cuadro su expresión era una llena de odio —la que mantenía actualmente—.
Fue entonces que me harté. Me decidí por botar ese horrible cuadro; pero justo cuando lo retiré de la pared, la anciana sacó sus brazos a través del cuadro para ahorcarme.
Sus dedos se clavaban en mi cuello a la par que me quitaban el aire, me estaba matando, no podía respirar. Estaba a punto de dejarme vencer cuando me liberé de milagro y arrojé el cuadro. La anciana regresó sus brazos dentro del cuadro y siguió mirándome con odio, ahora desarreglada.
Llamé de inmediato a mi padre para contarle lo sucedido. Sabía que no me creería, pensaría que me estaba drogando… no fue así.
—Hijo, ese cuadro… la anciana de ese cuadro, era tu bisabuela —me dijo mi padre a través del celular que nos comunicaba.
—¿Mi bisabuela? ¡Eso no importa ahora, ¿no escuchaste lo que te dije?!
—Lo sé, es que… ella murió de una manera peculiar —me dijo con dificultad mi padre—. Ella sufría de una depresión horrible. Un día no pudo más con su soledad y se ahorcó.

Esa noticia me impactó. Está bien, que mi bisabuela se ahorcara era algo extraño, y en parte triste, pero ella quiso matarme y me costaba explicarle a mi padre lo que me sucedía. Le iba a colgar y buscar otra solución hasta que me contó una última cosa.
—Lo raro de ese cuadro, hijo, fue que lo pintó tu abuela el mismo día en que tu bisabuela se ahorcó, exactamente antes de que lo hiciera —me explicó mi padre—. Bueno, fue a petición de tu bisabuela que ella lo pintó, pues según ella, a través de ese cuadro la cuidaría mientras viviera de cualquier persona que le quisiera hacer daño… Hijo, ¿hay algo que-
Le corté el teléfono. Fácilmente podría decir que hubo un problema en la linea.
Corrí al pasillo con ligereza. El cuadro estaba vacío, el rostro de mi bisabuela no estaba. Sentí en ese momento una respiración helada a mi espalda. Ahí estaba ella.
La anciana, extremadamente alta, ángel protector de mi abuela. Me miró unos segundos con esos ojos llenos de odio, llenos de maldad, llenos de venganza. Ese cuadro veía todo, lo sabía, estoy seguro de que vio cómo yo le subía a mi abuela una sopa, una sopa cargada de veneno, y cómo hacia caso omiso a los gritos de ayuda que emitía en su agonía.
Ella sabía quién era el responsable de la muerte de mi abuela, y puede que mi abuela lo sospechaba, puede que ésa sea la razón de por qué me demandó en la herencia que mantuviera el cuadro en la casa, puede que…
La anciana empezó a ahorcarme, sentí que mi respiración se cortaba hasta que empecé a escuchar pasos en la casa que se acercaban a las escaleras. Mi bisabuela volvió rápidamente al cuadro con esa expresión de odio en su decrépito rostro. Era mi hermana que llegaba a casa, me había salvado la vida. Le pedí que tomara el cuadro y lo guardara en el sótano.
Y mientras se lo llevaba, pude ver a mi bisabuela haciéndome señas de muerte.
Nunca más volví a entrar al sótano, e incluso años después de estos sucesos, podía escuchar por la noche el ruido de la manija del sótano siendo forzada, en vano, como si alguien quisiera salir de ahí.


El cuadro de la anciana | Creepypasta en español http://creepypastas.com/el-cuadro-de-la-anciana.html#ixzz3Bal1oxFr
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